Cartas a Freud

Sueños

Estimado y respetado Sr. Freud:

                   En estas lineas quiero expresarle los acontecimientos de mis últimos días, que en algún punto me preocupan. Sabrá usted mejor que nadie, que nada de lo que nos pasa es casualidad, y que muchos hechos tienen que ver con nosotros mismos, con lo mas profundo de nuestro ser. 

Se que usted con su sabiduría va a poder ayudarme y develar los misterios de mi mente, esta mente tan humana...

Después de un mes y varios días sin vernos, el reloj nos volvió a poner frente a frente. Esta vez en su casa. Todo estaba igual. Nada era extraño, excepto la inmensidad de cajas apiladas sobre su sofá negro. Cajas de no se qué..pero cajas...apiladas...

La mesa negra de madera tenía un mantel de polvo... Así que, mientras él me hablaba desde la cocina, haciendo quien sabe que, yo, para no perder la costumbre, agarre el plumero y empece a limpiar. Primero sacudí un poco el polvo de la mesa, pero era imposible sacarlo del todo. Parecía...como pegado (?). Después de varios intentos desistí y fui por el sofá. Entre caja y caja había mucho polvo, al punto de ser tierra. Comencé a sacudir un poco más desaforada el plumero. Lo metía entre recoveco y recoveco. Mal mi idea de escarbar, porque de la nada comenzaron a aparecer cucarachas. Chiquitas, asquerosas, que caminaban desesperadas para todos lados.. Me quede paralizada, excepto mi mano que seguía insistiendo con el plumero. Y una de las cucarachas encamino hacia mis pies. Era rara, como no se...como si se estuviera apareando con otra. Nunca había visto cucarachas apareándose, pero es lo que me pareció. En la desesperación, esta vez hice lo que nunca haría. En vez de salir corriendo o subirme a la primer silla que este a mi paso, casi sin pensarlo, la aplaste. Sentí como debajo de la suela de mi zapato, casi imperceptible, hacia trizas al insecto. 

Me doy vuelta, desesperada, sin entender la situación. Con el cadáver todavía debajo de mi pie. Y él, él no estaba. no lo veo....ya no lo veo...

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Y cuando él no esta, quienes aparecen son los amigos. En particular uno: el rubio. El rubio es callado, por lo menos pocas veces hablamos. Y pocas también, fueron las veces que nos vimos. El rubio era "la tercera en discordia" y muchas veces el motivo de mis celos. Yo creo que nunca le caí bien al rubio. Pero esta vez el rubio estaba raro. 

Detuvo su moto a mi lado. Me tomo de la mano y de tirón me subió atrás. En segundos habíamos alcanzado la velocidad máxima. Por el viento casi no podía ni mirar el camino por donde íbamos y apenas podía hablar. No entendía nada. no sabia que pasa ni a donde íbamos. Lo que si pude notar es, que en vez de estar solo el rubio y yo, también, alguien más estaba delante conduciendo. De que me perdí? en que momento pasamos a ser tres? No entiendo. Que alguien pare el mundo, acá me bajo, hay cosas que no entiendo....

Y el rubio me dice que me va a cuidar...que no me preocupe. Con miradas dice mucho más que con palabras. Con sus ojos celestes expresa algo que siempre guardo en silencio. Pero...él es tu mejor amigo....no entiendo...y porque nunca me dijiste nada? por eso nunca me hablabas?. Y yo pensaba que ni me soportabas...! Sí, no todo es lo que parece, y muchas veces no vemos lo que en realidad es.

Y juntos , en la playa, con el rubio caminamos por la orilla. El rubio me abraza. Pero yo lo quería a Él, no al rubio. Necesitaba sus abrazos. Necesitaba verlo una vez más...pero Él ya no estaba....ya no lo podía ver...si quiera puedo imaginar su cara, su sonrisa...su...nada...no puedo...