Ayer, al salir de su sesión me llamó por teléfono.
- Hola Sofi, que haces?
- Nada... tratando de concentrarme con esta merd (ella sobreentiende que estaba estudiando para el parcial que teníamos al día siguiente, o sea hoy).
- Ah.. jaja..yo no toque nada todavía...recién salgo de la psicóloga...y nada.. quería contarte...blablablabla (acá va todo un desarrollo temático que llevaría tiempo contar y que no viene al caso en este post)
A partir del motivo por el cual me llamo, que vale aclarar, tenía que ver con algo que le dijo su terapeuta; hablamos como una hora. Intercambiamos ideas, nos reímos, nos preocupamos. Analizamos. Aplicamos lo que aprendemos en la facu ("Pero eso es re proyección..", " Y..eso es claro..la imagen materna...el deseo del otro..")
- Bueno...te dejo, llegué a casa. Voy a ver si me pongo a leer para mañana. Gracias Sofi...
La saludo. Ni bien corté sentí la necesidad urgente de decirle "GRACIAS". Pero era tarde...y no la volví a llamar...
Gracias porque? Por esto, por el llamado...por tenerme en cuenta para eso. Era claro que necesitaba hablar algo importante con alguien, y de todas sus amigas me eligió a mi. Me llamó. Me hizo sentir importante. Seguramente es algo insignificante, incluso para ella hacer ese llamado tal vez no haya sido tan trascendente.
Pero para mi no. Ese llamado es parte de las simplezas de la vida cotidiana.
Esas cosas simples que nos alagan, que nos hacen sentir parte de algo, del mundo de alguien.
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