Hace casi un mes que no escribo. Sin embargo, las palabras se me amontonan en la punta de los dedos. Quieren salir. Pero no sé porque, no puedo darles forma. Me cuesta armar oraciones coherentes que logren trasmitir todo lo que vivo o siento.
Y acá estoy. En pleno cambio. En medio de una mudanza (interna y externa).
Alguna vez te mudaste? Una? Dos? Muchas veces?
Sólo los que nos mudamos muchas veces sabemos de lo que se trata tal tarea.
Conseguir cajas. Hacer una limpieza total y deshacernos de esas cosas que "ya no sirven". Guardar las cosas de cocina por un lado, las del baño por otro. Ropa de invierno por un lado, la de verano por otro. Cosas urgentes y necesarias para tenerlas a mano ni bien llegamos al nuevo destino. Cosas frágiles. Y un gran ETC. Yo soy tan obse, que no solo selecciono las cajas por habitación o sector de la casa, sino que también les pongo carteles con el detalle de lo que hay en cada caja y anoto la lista en un cuaderno para asegurarme de tener todo controlado en el momento del traslado.
A simple viste, mudarse, no parece gran cosa, y hacerlo, podría resultar hasta divertido. Siempre se encuentran cosas que ni recordábamos tenerlas. Yo siempre digo, que una mudanza es un revisionismo de nuestra vida pasada. Una etapa previa para afrontar lo nuevo del cambio.
Me pasó de encontrar cartas que mis viejos me escribían desde Uruguay cuando me fui de mi casa, a los 18 años. Encontré entre cajones de "de todo un poco" fotos con incluso personas que había conocido en los años que viví en Entre Ríos y de las cuales jamás volví a saber. (No, ni las busqué por fb).
Mientras iba guardando cosas y llenando cajas empecé a viajar con mi mente a mudanzas anteriores. La primera que recuerdo es de cuando tenía seis años. Nos mudábamos del norte de Uruguay hacia el sur. Yo llevaba abrazada a mi sillita plegable que me habían dejado los reyes magos ese verano y en mi mochila mi barbie patinadora, que venía con el casco y la patineta incluidos.
Después vinieron varias mudanzas más. Todas acompañadas de recuerdos lindos y de cambios que me ayudaron a crecer.
La mudanza de estos días tiene un poco de todo. Sé que mudarme era una de las cosas que necesitaba. Dejar atrás este lugar y toda su historia. Cortar el cordón umbilical con un pasado lleno de...de...de...(cuando se me ocurra la palabra que describa todo ESTO les cuento). Esta era una mudanza inminente, que venía pateando desde hace un tiempo. Pero llegó el día.
Lo diferente de otras mudanzas, fue que en esta tuve que decidir el nuevo destino yo sola. Buscar las cajas. Comenzar a guardar y desechar cosas.
Comencé por los libros que ya leí y apuntes de años anteriores de la facultad. Era lo más fácil. En última instancia, son cosas que necesitaba si o sí guardar en cajas. El tema de "me estoy mudando" no se sentía tanto.
Pero empezar a guardar mi ropa, a sacar todo de la cocina y del baño. A decidir que muebles me llevo y cuales dejo. De golpe me vi envuelta en una situación de empezar a deshacer literal y metafóricamente mi vida en esta casa.
Y esta tarde, mientras comía un almuerzo improvisado de un sanguchito de pan y queso, terminé de guardar todas las cosas.
Me encontré en medio de cajas. Rodeada de todo lo (material y simbólico) que tengo. De todo lo que en algún punto, habla de mi. De lo que soy.
Una lágrima se me escapó. Una lágrima de miedo al cambio mezclado con felicidad de empezar una nueva etapa. Una lágrima de las ganas que tengo de en estos momentos estar acompañada por alguien. De no tener que vivir todo esto sola. De poder compartir con alguien si se me rompió una taza mientras intentaba envolverla en diarios o de reírme al encontrar fotos viejas.
Pero más allá de todo esto que genera la mudanza: de los cambios que se vienen (no solo en mi casa nueva sino en mi vida nueva): lo que trato es de vivenciar el momento. Quiero sentirlo, que me inunden después los recuerdos de esta "otra mudanza más para la lista de mudanzas en mi vida". Quién sabe algún día, con quién pueda compartir este momento.